Inútil sería hoy debatir sobre la inexistente justificación del cierre de una frontera que nunca debió haber sido cerrada. Al fin, como toda frontera, no es más que una artificial barrera creada por los hombres por simples razones políticas para separar a unos hermanos de otros. Es decir, no debería haber reapertura porque nunca debió haber habido cierre, pero en el fondo, más allá de cierres y reaperturas,  no debería haber tal frontera. Sin embargo, la eliminación de la frontera es hoy más que hace un tiempo, utopía. Vamos a centrarnos entonces en las consecuencias que, desde nuestra experiencia reciente, podemos prever con la reapertura.

El engorroso y aún no concluido  proceso  de reapertura de nuestra frontera con Colombia nos deja hasta ahora sumidos en la incertidumbre, no sólo por la falta de claridad y sobrevenidos cambios en la normativa aplicable, sino por lo que hasta ahora -por nuestra experiencia- podemos prever en cuanto a  las expectativas para la industria y comercio venezolanos.

Recientemente hemos atendido varios nuevos clientes con un mismo perfil: Empresas colombianas establecidas en la frontera,  del sector secundario y más aún del sector terciario, consolidadas  en sus respectivas áreas que, informalmente, han venido atendiendo el mercado venezolano y que ahora quieren establecerse formalmente en Venezuela para ofrecer desde aquí sus importados productos o servicios y que, sus respectivos estudios de mercado, les indican que tienen amplias  ventajas competitivas con sus pares venezolanas…  Alimentos, imprentas, materiales de construcción, textiles y empaques son algunos de los sectores que se están estableciendo en nuestro país y que han recurrido a nosotros para que los asesoremos en el proceso de instalación partiendo desde la constitución de las empresas venezolanas o registro de sucursales de sus originales empresas colombianas, pasando por las legales inscripciones en entes fiscales y para fiscales,  la tramitación de permisos generales y especiales como  registros sanitarios y  códigos Sencamer, hasta llegar a definir estrategias de mercado e incluso a la necesaria planificación tributaria.

Ahora desde el lado venezolano solo algunos de nuestros tradicionales clientes se han preocupado por actualizar sus empresas, especialmente aquellas relacionadas con las aduanas y el transporte, para poder seguir prestando, en Venezuela,  sus servicios muchos de los cuales se habían visto obligados a suspender. No hemos tenido la oportunidad, hasta ahora, de atender un solo cliente que se sienta en capacidad y  condiciones de establecerse del otro lado de la frontera  aún cuando a través de nuestros asociados en Colombia, estamos en capacidad de ofrecer ese servicio.

El balance es obvio. Muchas empresas colombianas, de distintos sectores industriales y comerciales,  haciendo importantes inversiones y dispuestas a competir, en Venezuela, con las empresas venezolanas (crecimiento y conquista de nuevos mercados) y solo algunas empresas venezolanas, actualizando con mínima inversión  sus registros y permisos para volver a ofrecer productos y servicios en Venezuela (tímida intención de reconquistar parte del mercado que tenían)… Vemos con preocupación una seria amenaza para las empresas venezolanas que pudieran ver comprometida su participación en el mercado.

Por supuesto, la moneda tiene dos caras (y además, dirían por ahí, tiene canto). La otra cara de la moneda es que nuestros consumidores seguramente  verán  mejorada, con la competencia,  la oferta local de bienes y servicios y que estas nuevas empresas, con quienes como asesores estamos comprometidos, generan inversión y puestos de empleo de calidad. En todo cambio siempre hay una oportunidad, lo importante es estar preparados para aprovecharla y para eso debemos empezar por cambiar nosotros mismos.

“Lo más absurdo del ser humano es querer que una cosa cambie y seguir haciendo lo mismo”.  Albert Einstein